Frankestein de Mary Shelley
Frankestein es ya un clásico leído por millones de personas y uno de mis libros favoritos. Hace unos meses lo releí en una maravillosa edición ilustrada de Alma Clásicos. Esta relectura ha hecho que me enamoré aún más de este libro y de su autora.
Robert Walton pasa por una encrucijada personal y decide emprender un largo viaje por mar. En esta travesía conocerá a un desesperado -y extenuado- Víctor Framkestein. Durante los días que comparten a bordo del barco de Walton, Victor le contará cómo su deseo por devolver la vida a lo que ya está muerto lo llevará a conocer la obsesión, y cómo ese deseo acabará quitándoselo todo.
Me sigue sorprendiendo que, a pesar de ser un libro que cuenta con doscientos años entre sus páginas, haya quien aún que su protagonista, el supuesto monstruo, sea un ser verde con tornillos, cicatrices mal cosidas y zancos que no sabe hablar, aunque lo que más me sorprende es que la mayoría no saben que él no es el único protagonista.
Me encanta preguntar a todo el que dice haber leído esta historia que le parece Víctor Frankestein y que no sepan quién es.
Frankestein no habla de un monstruo, al menos no en lo que respecta a su físico. Cuando Víctor está inmerso en la creación de su criatura está convencido de que está ayudando a la ciencia a entender los principios de la vida, pero lo cierto es que no se da cuenta de su error hasta que es ser que tiene en la camilla abre los ojos. Solo en ese momento entiende que ha traspasado los límites y se desentiende de él sin saber hasta donde le llevarán las consecuencias de su atrevimiento.
Da igual las veces que relea esta historia porque siempre llego a la misma conclusión: el monstruo no es la criatura sino el creador, sin entrar en los actos que luego este cometerá. Víctor juega con las leyes de la naturaleza y consigue saltárselas para luego dejar a su criatura a la deriva, solo y con una terrible sensación de desapego. Se desentiende de su creación no comprende que Prometeo, nombre que elige él mismo porque ni siquiera le da eso: una identidad, lo único que quiere es ser aceptado como lo querría cualquier ser humano; quiere encontrar un semejante con el que compartir sus días. Víctor lo crea y luego lo repudia creando en él una sed de venganza que no tendrá límites.
En Frankestein se explora el alma humana. Shelley quiso entrar allí donde se esconden los secretos y las vergüenzas; ese lugar en el que metemos lo más vil de nuestra especie y lo sacó en forma de libro.
Está narrado de una forma singular singular pues mezcla las cartas de Robert Walton a su hermana contándole sus vivencias en el mar con el propio relato de Víctor y de la criatura. Ea algo así como una novela epistolar y, al mismo tiempo, un diario íntimo que sirve a ambos narradores de expiación personal.
Contadme si habéis leído este magnifico libro y vuestra opinión en los comentarios.
Robert Walton pasa por una encrucijada personal y decide emprender un largo viaje por mar. En esta travesía conocerá a un desesperado -y extenuado- Víctor Framkestein. Durante los días que comparten a bordo del barco de Walton, Victor le contará cómo su deseo por devolver la vida a lo que ya está muerto lo llevará a conocer la obsesión, y cómo ese deseo acabará quitándoselo todo.
Me sigue sorprendiendo que, a pesar de ser un libro que cuenta con doscientos años entre sus páginas, haya quien aún que su protagonista, el supuesto monstruo, sea un ser verde con tornillos, cicatrices mal cosidas y zancos que no sabe hablar, aunque lo que más me sorprende es que la mayoría no saben que él no es el único protagonista.
Me encanta preguntar a todo el que dice haber leído esta historia que le parece Víctor Frankestein y que no sepan quién es.
Frankestein no habla de un monstruo, al menos no en lo que respecta a su físico. Cuando Víctor está inmerso en la creación de su criatura está convencido de que está ayudando a la ciencia a entender los principios de la vida, pero lo cierto es que no se da cuenta de su error hasta que es ser que tiene en la camilla abre los ojos. Solo en ese momento entiende que ha traspasado los límites y se desentiende de él sin saber hasta donde le llevarán las consecuencias de su atrevimiento.
Da igual las veces que relea esta historia porque siempre llego a la misma conclusión: el monstruo no es la criatura sino el creador, sin entrar en los actos que luego este cometerá. Víctor juega con las leyes de la naturaleza y consigue saltárselas para luego dejar a su criatura a la deriva, solo y con una terrible sensación de desapego. Se desentiende de su creación no comprende que Prometeo, nombre que elige él mismo porque ni siquiera le da eso: una identidad, lo único que quiere es ser aceptado como lo querría cualquier ser humano; quiere encontrar un semejante con el que compartir sus días. Víctor lo crea y luego lo repudia creando en él una sed de venganza que no tendrá límites.
En Frankestein se explora el alma humana. Shelley quiso entrar allí donde se esconden los secretos y las vergüenzas; ese lugar en el que metemos lo más vil de nuestra especie y lo sacó en forma de libro.
¡Ah! Los desventurados bien pueden resignarses, pero no hay sosiego para los culpables. Los suplicios del remordimiento emponzoñan la delectación que se encuentra a veces al regodearse en los excesos de la pena.
Está narrado de una forma singular singular pues mezcla las cartas de Robert Walton a su hermana contándole sus vivencias en el mar con el propio relato de Víctor y de la criatura. Ea algo así como una novela epistolar y, al mismo tiempo, un diario íntimo que sirve a ambos narradores de expiación personal.
Contadme si habéis leído este magnifico libro y vuestra opinión en los comentarios.
Os deseo grandes lecturas,
Laura.
Aunque ya he leído esta historia un par de ocasiones tengo varios libros, este me lo compré porque la verdad que estos libros de Alma Editorial son muy bonitos y tienen un buen precio además. Tengo varios y ahora estoy esperando Jane Eyre que será su próxima publicación.
ResponderEliminarBesos
Frankestein es una maravillo, aunque aún mucha gente no la conoce de verdad.
Eliminarla editorial Alma hace unas ediciones increíbles.
Un beso.