Un cadáver en la mansión Sainsbury



Me fascinan las novelas de misterio que son capaces de hacerte sospechar hasta de ti mismo y de cómo ponen a trabajar a tu cerebro a gran velocidad intentando descifrar el misterio y descubrir quién es el asesino. Me maravilla cuando está todo tan bien hilado, cuando todo encaja tan bien en tu mente y estás a punto de lanzar un ¡ja, lo he descubierto! y como al girar las últimas páginas cambias ese ¡ja! por un ¡joder, me la han colado! En Un cadáver en la mansión Sainsbury me han engañado varias veces desde el inicio y eso más que frustrarme me pone una sonrisota en la cara. 


Una mujer desfigurada aparece muerta bajo unos tablones de la cocina de la mansión Sainsbury. Todo parece indicar que el cuerpo pertenece a Ann Gissburn, una joven con un carácter bastante voluble y que convivió durante años con Carim Marklam; esta última es la actual inquilina, aunque provisional, de la mansión. Y desde aquí arrancamos con una trama que ni se apresura ni se ralentiza en ningún momento y que te lleva directa al meollo del crimen mientras te van dejando caer pistas.


El gran protagonista de absoluto de esta novela es el inspector jefe Pointer, de Scotland Yard ni más ni menos, un detective clásico de mañas modernas: no le hace falta alzar la voz ni repetir las cosas, pero os sorprenderá lo que es capaz de hacer para resolver el caso que tiene entre manos.

Pointer nos guiará durante durante toda la novela, pero con un detalle muy interesante: él no sabe más que el lector; las pistas y la información las reciben a la par el lector y el detective. Esta novela hará las delicias de aquel que disfrute con el proceso de investigación, las pistas falsas y con unos personajes con muchas aristas porque durante esta lectura no te encontrarás con un solo personaje que no te haga sospechar de él o ella.


Un cadáver en la mansión Sainsbury —forma parte de la Golden Age, la edad dorada de la novela de misterio, que arrasó en los años 20 y 30 del siglo pasado y compartió cartel con las novelas de P.D. James y con la gran Agatha Christie— es una novela ágil, con personajes brillantes y con uno de esos finales que te desbarata todos los planes. A todo esto hay que sumar que nunca se supo quién era realmente A. Fielding. ¡FASCINANTE!


Os deseo misteriosas lecturas,

Laura.

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