Tea Rooms. Mujeres obreras de Luisa Carnés.

Me pregunto como reaccionarían Luisa Carnés y su alter ego, Matilde, al darse cuenta de que Tea Rooms es tan real ahora como entonces, tan real como en aquellos años 30 que nos parecen lejanos, pero que aún podemos tocar con la punta de los dedos.

Puedo sentir la desazón de Matilde tras acudir a una entrevista de trabajo como mecanógrafa y descubrir que sus tareas iban más allá de redactar cartas e informes; siento en mis pies el frío invierno de Madrid colándose por los zapatos desgastados; siento su desilusión al aceptar un trabajo que no le gusta de dependienta en un salón de té y siento su dolor al perder a una compañera a manos de un médico sin escrúpulos y de un hombre que no acepta su responsabilidad.

En el café de clase media que trabaja donde trabaja Matilde también conoceremos a la fiel Antonia, a una encargada estirada que mantiene una relación con un hombre casado, al ogro de quien reciben tres pesetas por horas de trabajo sin descanso, a una empleada tan desesperada por alimentar a su familia que sisa de la caja cada vez que puede, a Laurita, que se enamora de un actor que frecuenta el café y que lo perderá todo...
Todas la voces se mezclan en el cuartucho donde cambian cada día sus maltrechos vestidos por la bata de trabajo. Ese cuartucho también es testigo de sus miedos, de ilusiones que creen imposibles y de sueños aún sin cumplir.

Matilde nos habla desde las páginas y nos cuenta las pocas opciones que tienen las mujeres. Nos susurra al oído que se siente presa y sin salidas. ¿Someterse a un marido que decida por ella? ¿bajar la cabeza ante el patrón que la desmerece y la esclaviza? ¿volar libre y aceptar que la tachen de solterona y amargada? Decida lo que decida la sociedad ya tiene un plan trazado para ella. O no.

Por otro lado, Luisa se levanta de las páginas y nos deja un final esperanzador, que sienta las bases de lo que vendrá aunque aún no se haya cumplido. La esperanza de un futuro mejor para todos, donde todos seamos iguales y nuestra vida no esté condicionada por el género bajo el que nacemos.

Luisa Carnés (1905-1964), escritora silenciada de la generación de 27 y olvidada por el tiempo y por sus propios compañeros de oficio, tenía una pluma irónica y muy necesaria antes y ahora.

Agradecer a Hoja de lata por el ejemplar y por rescatar a esta maravillosa escritora.

Os deseo grandes lecturas,
 
Laura.



Comentarios

  1. Me lo regalaron estas Navidades y tengo muchísimas ganas de leerlo.
    Bes

    ResponderEliminar
  2. Hola Laura:

    Desde que descubrí este libro el año pasado en algún artículo sobre las "sinsombrero", me muero de ganas de leerlo. Además, leyendo tu reseña me parece que es un libro tan actual que cualquiera que lo lea, puede ver representada la sociedad actual.

    Un abrazo fuerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando conocí este nunca pensé que lo que escondían sus páginas me enseñaría más del siglo XXI que del pasado.

      Un gran abrazo.
      PD: léelo.

      Eliminar
  3. Hola, Laura. Es increíble la forma en como nos presentas el libro y sin duda la trama duele y llama a la vez, lo anoto sin duda alguna, esperando leerlo pronto. Es una lástima de igual forma que no podamos encontrar diferencias entre el hoy y hace casi 90 años. Además que hubo un puñado de mujeres increíbles en su generación que tampoco hallaron voz.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una lectura dolorosa pero creo que necesaria. Vivimos aún en una sociedad que nos relega a la sombra, a la nada cuando debemos estar en la misma línea. Para entender muchas de las cosas que estamos viviendo en pleno siglo XXI debemos echar la vista atrás y este libro es un buen ejemplo.

      Un beso.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Entrevista a Adam Blumenthal, editor de Sigilo España.

Las resacas literarias.

«La Malnacida» de Beatrice Salvioni