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«Cardumen» de Rexina Vega

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  «Y sabían, claro que sabían, que aquel viento presagiaba un vendaval y que harían bien en ponerse a cubierto. Cerrar las ventanas, correr los cerrojos, aunque fuera estuviese luciendo con fuerza el sol de julio». Me fascinan los libros en los que no hay diálogos y que dejan todo el peso de la historia en los hombros del narrador. En «Cardumen» este peso recae en la voz de una niña sin nombre que nos abre las puertas de su casa, la casa de sus abuelos, en un Vigo, tan personaje en esta novela como los demás, que parece pausado en algún punto del siglo XX, y que nos mete de lleno en la historia familiar a través de los recuerdos de sus abuelos, un abuelo enfermo y una abuela tan frágil como amorosa, pero también de los de algunos objetos que forman parte de un pasado que ella no vivió y que lleva impregnado en el ADN.  En «Cardumen» la narración y los personajes se mezclan y se separan; los recuerdos vienen y van, viajando por los capítulos. El avance de la lectura es un caos bien estr

«La Malnacida» de Beatrice Salvioni

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Creo que si tuviese que elegir un solo tipo de libro para leer durante el resto de mi vida dudaría mucho entre el realismo mágico y las autoras italianas. No tengo una explicación para esto, pero no me hagáis elegir, por favor.   La Malnacida lleva los bajos de la falda deshilachados y descoloridos; está sucia y anda con las suelas de las alpargatas desgastadas, aunque nada de esto importa porque ella posa todo el pie al andar consciente de lo que provoca en aquellos con los que se cruza. Al pasar por su lado, algo que intentan a toda costa, algunas cuchichean, otros escupen, unos pocos se tensan, todos maldicen. La Malnacida no tiene nombre, solo un apodo que nadie sabe realmente de dónde ha salido pero que han adoptado porque es más fácil odiarla que intentar entenderla. En realidad se llama Maddalena y la persiguen leyendas, mitos y mucha mala baba. Le achacan muertes, desapariciones y enfermedades; para muchos es una bruja que se escapó de la hoguera. Lo cierto es que solo es una a

«Escritoras» de Carmen G. de la Cueva

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  Hace ya unos años que me lancé con el reto #ellaslasqueescriben (si no sabes de qué hablo te lo dejo aquí enlazado) y desde entonces no solo leo libros escritos por mujeres, también busco libros que hablen de escritoras. Con ese fin llegó a casa Escritoras. Una historia de amistad y creación  de Carmen G. de la Cueva, ilustrado por Ana Jarén y editado por Lumen. Comparto con la autora año de nacimiento y el sentimiento de no saber por dónde tirar cuando la maternidad llegó (en mi caso tres veces) y la soledad que se instaló con ella. Siempre he querido escribir, no solo ficción, (casi) vivir de esto de juntar palabras que se conviertan después en un ente con sentido pero me perdí en algún momento. Por eso cuando comencé a leer Escritoras sentí casi desde el principio que Carmen me estaba dando no solo la oportunidad de conocer a mujeres que necesitaba conocer, sino también un empuje y unas ganas que creía olvidadas.  No voy a decir que es un libro bonito, en lo que a estética se refi

He visto las hojas volar

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Estos textos nacieron para ser una newsletter pero me negaba a que todo sea ya por suscripción y acabaron recalando de vuelta a lo que siempre me ha gustado: escribir en el blog.  Mientras redactaba la carta que leísteis hace unas semanas vi miles de hojas volar. Nada sorprendente si tenemos en cuenta que cuando pasó aún estábamos en otoño; para mí sí lo fue porque vivo en un tercer piso con un local debajo, lo que hace un total de cuatro pisos. En la plaza que hay a pie de portal tenemos un árbol que en ese momento estaba repleto de hojas amarillas, justo cuando alzaba la vista de la libreta en la que garabateo los textos un golpe de viento desprendió casi todas las hojas de la copa y mi ventana quedó cegada por un aluvión de hojas durante unos segundos. La luz volvió poco a poco, pero yo aún me quedé un rato viendo como el viento arrastraba ahora las hojas que él mismo había dejado sin hogar.  El episodio de las hojas trajo a mi mente mi pequeña obsesión con los libros en los que la

Sin miedo a las estrellas de Chiara Parenti

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Defiendo a capa y espada esa creencia de que algunos libros llegan en el momento oportuno; también aquella de que no se juzga un libro ni por su portada ni por su título porque a veces ambas creencias se aúnan y te dan un revolcón: que viene a ser lo que me ha pasado con Sin miedo a las estrellas de Chiara Parenti. Ha sido un revolcón de aúpa porque es un libro del que solo esperaba unas horas de entretenimiento y que se va al top de mejores lecturas de este año.  Captura de mi Instagram  No tiene una trama deslumbrante, pero sí muy importante para la temerosa Sole se hunda: su amiga se muda a París con un hombre al que casi no conoce y para colmo quiere que ella, que no se atreve ni ir al pueblo de al lado, viaje sola hasta París para celebrar su cumpleaños. Un “no quiero volver a verte” es lo último que Sole le dice a su amiga Stella porque días después morirá en un atentado en las Galerías Lafayette. Como regalo de cumpleaños Stella le ha dejado un salto en paracaídas y una petició

Las bestias olvidadas de Eld de Patricia A. McKillip

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  Entrar en un mundo de fantasía es siempre un reto para mí, incluso cuando es un género al que acudo con frecuencia. El hecho de tener que familiarizarme con lugares, gobiernos y paisajes que (casi) no se parecen a los que suelo transitar en mi día a día me lo dificulta; por suerte, algunas autoras tienen la capacidad de crear caminos para llegar hasta ellos tan reales como los que recorro en mi paseo diario. Una de estas autoras es Patricia A. McKillip, fallecida en 2022, autora de Las bestias olvidadas de Eld , la novela ganadora del primer premio World Fantasy en 1975, inédita en español hasta que en 2021 la editorial asturiana Duermevela la trajo a España. Esta novela corta de fantasía supuso una renovación del género que ya inició Ursula K. Le Guin con Un mago de Terramar en 1968. Entre sus páginas podemos encontrar todo lo que se espera del género: un sistema de magia, basado en el poder de los nombres; una hechicera, Sybel, descendiente de una estirpe de magos que hicieron de u

Entre cítricos y poemas de fuego

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Emily Dickinson decía que «ignoramos nuestra verdadera altura hasta que nos ponemos en pie» y yo ignoré la mía durante mucho tiempo. Hoy quiero hablaros de tres mujeres que me han ayudado con esto (incluida la propia Emily). Al hilo de lo anterior, Instagram me ha traído muchas cosas buenas, y otras tantas malas; entre las buenas me acercó a algunas personas que hoy son muy importantes en mi vida. Una de estas personas es Laura Garro,  @demialterego , alguien que sin darse cuenta me ayudó a ponerme en pie y a entender que una vez mis piernas me sostenían ya solo quedaba echar a andar, a mi ritmo y sin prisas. Por eso estas primeras líneas están dedicadas a ella. ¡Gracias! Si alzo la vista desde donde estoy sentada puedo ver sobre la estantería que hay a mi izquierda dos libros: La cáscara amarga de Malén Álvarez y Las ciudades de papel de Dominique Fortier. Dos libros que no tienen nada que ver el uno con el otro, pero sí que tienen conexión con esta carta. En La cáscara amarga conoc