«Cardumen» de Rexina Vega

 



«Y sabían, claro que sabían, que aquel viento presagiaba un vendaval y que harían bien en ponerse a cubierto. Cerrar las ventanas, correr los cerrojos, aunque fuera estuviese luciendo con fuerza el sol de julio».


Me fascinan los libros en los que no hay diálogos y que dejan todo el peso de la historia en los hombros del narrador. En «Cardumen» este peso recae en la voz de una niña sin nombre que nos abre las puertas de su casa, la casa de sus abuelos, en un Vigo, tan personaje en esta novela como los demás, que parece pausado en algún punto del siglo XX, y que nos mete de lleno en la historia familiar a través de los recuerdos de sus abuelos, un abuelo enfermo y una abuela tan frágil como amorosa, pero también de los de algunos objetos que forman parte de un pasado que ella no vivió y que lleva impregnado en el ADN. 


En «Cardumen» la narración y los personajes se mezclan y se separan; los recuerdos vienen y van, viajando por los capítulos. El avance de la lectura es un caos bien estructurado, aunque esto parezca no tener sentido. 


Ni un solo diálogo, ni un solo respiro más allá de unos capítulos cortos que te llevan poco a poco desde la bruma de los sueños y las tristezas a aquel 18 de julio de 1936 que rompió la vida de millones de personas, y nos dejó a todos, incluso a aquellos que naceríamos cinco décadas después, con una herida siempre abierta y con miles de horas de silencios que aún hoy nadie parece estar dispuesto a romper. 


Fasito, Dámaso, Urbano e Isolina. Cuatro nombres con los que arrancar una historia que habla aquellos que se quedaron en el olvido. Dos hermanos, un primo, un amante. Cuatro personas ancladas a un pasado común del que no pueden librarse; condenados por un presente que hiede a guerra, sangre y pena; anhelando un futuro que no saben si llegará, y por el que ya ni siquiera saben si quieren luchar. 


«Cardumen» duele como duele aún la memoria de todos aquellos que desaparecieron arrastrados por un conflicto que los encontró, como a casi todos los que lo vivieron, en sus quehaceres diarios y de los que nadie sabe nada. A ellos es a los que Rexina Vega les da un lugar, los recuerda, en estas páginas. 


Cardumen quiere decir multitud y abundancia de cosas.


Os deseo maravillosas lecturas,

Laura.

Comentarios

  1. He leído está reseña recordando el libro que he cogido hoy, Noches insomnes. Me ha recordado a cómo la protagonista va cogiendo retazos ínfimos de historias ajenas que le sirven de forma magistral para reflexionar sobre la decadencia de las relaciones personales y el peso de los acontecimientos.
    Me lo apunto. Muchísimas gracias Laura 💛

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