Madera de savia azul de José Luis Gil Soto

Mi abuelo paterno era carpintero y una de las pocas cosas que recuerdo de él es el olor del tinte color nogal, de la grasa que usaba para el torno que el mismo fabricó y el del pino quemado cuando sellaba las celosías en las sillas de enea que fabricaba. En Madera de savia azul, Bertrand huele así: a grasa, tinte y madera.

Bertrand de Lis se levanta cuando aún es de noche y los primeros rayos de sol lo descubren ya en su taller de carpintería, pero esa mañana todo se siente diferente. Un pequeño temblor cambiará su vida, la de su hijo Erik y la de todo un reino.
Astrid pierde a su marido y a su hija en el terremoto. Cree que la vida ya no tiene sentido, pero esta le tiene guardado un papel demasiado importante.
Waliria, capital del reino de Ariok, es asolada por terremoto que deja la ciudad destruida y sin posibilidad de ser reconstruida, por lo que el rey Magmalión cree que el terremoto es una señal que los dioses ya anunciaron y decide cumplir el sueño de su padre: instalar Waliria en las lejanas tierras de los Grandes Lagos.
Y así comienza un éxodo sin precedentes; una aventura épica que llevará a toda la ciudad hasta más allá de los límites del reino y de sus fuerzas. 
En mitad de todo ese caos, Bertrand comenzará su propio éxodo para encontrar a Erik.
Las pérdidas, puestas en la balanza de la vida que nos espera, pesan tanto que pienso que no merece la pena seguir.
He dado la lata en Instagram con este libro lo que no está escrito, pero es que me ha encantado. Madera de savia azul ha sido un batiburrillo de emociones; un vaivén continúo. 
No me preguntéis porqué, pero su portada y su sinopsis me llevaron a pensar que se trataba de una novela de fantasía y cuando empecé su lectura creí que era histórica y resultó no ser ninguna de las dos opciones porque era todo eso y más.  

El autor disecciona los grandes (y pequeños) motivos que han movido desde siempre al ser humano: el amor, las pasiones, la codicia, el poder... a través de sus personajes. Bertrand, Astrid y Erik son los principales, pero Magmalión, la princesa Shebaszka, el Gran Aya y Dragan, entre otros, llenarán la lectura de intriga y ganas de saber.  Y hablado de personajes, hay uno en especial al que deseaba tirar por un acantilado cada vez que aparecía en escena. Es uno de esos malos tan malos que no lo salva ni un milagro.

No quiero olvidar mencionar la facultad de José Luis al crear un mundo de corte medieval, pero creíble. El reino de Ariok es una sociedad perfectamente diseñada: una monarquía y su corte; un pueblo supeditado al buen o mal hacer de aquel que ostenta el poder; una corte real repleta de intrigas; una religión con más de un dios y dado a las creencias y supercherías. 
La peor de las guerras es la que se libra entre las gentes del mis reino.
La narración de la vida de Bertrand, Astrid y Erik se mezcla, al inicio de cada parte, con la de la princesa Ishalmha en el presente. Tras unos breves apuntes sobre la princesa la historia continúa en el pasado. Este cambio en la lectura refrescaba de cuando en cuando el avance de la comitiva hacia los Grandes Lagos y, a la vez, hace crecer las ganas de seguir leyendo para llegar a un final que no fue el esperado y que me gustó mucho más del que yo había ideado en mi cabeza.

A pesar de ser un escritor de mi tierra no lo conocía y no he leído nada más de él, aunque a esta falta pienso ponerle remedio pronto. Madera de savia azul está ya en la lista de mejores lecturas y entre mis libros favoritos.

Os deseo grandes lecturas,

Laura.




Comentarios

  1. ¡Hola, hola!

    Que guay que te haya gustado tanto, me alegro mucho. Yo no sé si es muy de mi estilo, aunque este año me gustaría salir de mi zona de confort y lanzarme con otro tipo de géneros. Me lo anoto por si al final doy el paso.

    Un besotee ♥

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