Orgullo y prejuicio de Jane Austen.

Creo que no puedo decir sobre Orgullo y prejuicio nada que no se haya dicho ya. Tuve pendiente este libre durante años y cuando por fin me puse con él estaba una época lectora un poco rara. En esa primera lectura lo leí completo, pero sabía que lo había leído sin mucho convencimiento, y casi sin prestar atención, por lo que decidí volver a leerlo más adelante. Decisión acertada.

Siempre pensé que Orgullo y prejuicio estaba sobrevalorado, y en la primera lectura hubo momentos que para mis adentros lo confirmaba, pero en la relectura entendí que me equivocaba. Había dado por hecho que era una historia de amor de las de época; de esas en las que dos segundos después de aparecer el caballero X en escena la protagonista caía rendida a sus pies y declaraba para todos, con grito agonizante y golpe en el pecho, que era el amor de su vida y fue divertido ver que no era así.

Lizzy Bennet y Mr Darcy no son una pareja al uso, pero, a la vez, sí lo son porque el amor entre ellos no nace desde el primer momento, todo lo contrario. La primera impresión de ambos al conocerse es tirando a fría. Su amor crece a sorbitos, con paciencia.

Mucho se ha hablado de las críticas sociales que Jane Austen escondió en esta historia, pero en este aspecto sí que me chirrió que diese por buenas algunas actitudes en las personas que pertenecían a la clase alta que luego criticaba en las pertenecientes a la clase obrera y viceversa.

Algo muy bueno de Austen es lo bien que caracterizaba a sus personajes. Más allá de Lizzy y Mr. Darcy, me gustaron, y sacaron de quicio, los padres de Lizzy. Creo que no hay nadie que haya leído Orgullo y prejuicio y no haya querido zarandear más de una vez a la señora Bennet. Si el precio de la leche hubiese dependido de la contención verbal, y el saber estar, de la buena señora esa familia habría tenido falta de calcio extrema. El señor Bennet no se queda atrás, lo que su mujer tiene escandalosa él lo tiene de comedido y pasota. Otro que hace que la novela tengo más mejunje es el primo de los Bennet, Williams Collins, clérigo pedante y chismoso donde los haya y que es el ejemplo perfecto de todo aquello que la autora detestaba de la época que le tocó vivir.

En resumen, que la relectura me dejó apreciar muchos detalles que se me escaparon la primera vez que lo leí. Ya tengo entre manos sus novelas cortas en una edición de Alianza.
Tuve la suerte de leerlo en una preciosa edición ilustrada por Dàlia Adillon y publicada por Alma Clásicos Ilustrados.

Y vosotros, ¿habéis leído Orgullo y prejuicio? ¿Os gusta Jane Austen? Contadme en los comentarios.


Os deseo grandes lecturas,

Laura.


Comentarios

  1. Las relecturas de clásicos son casi una nueva lectura, siempre se descubren cosas nuevas.
    Besos

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  2. ¡Hola, hola!
    Nunca he leído a Jane Austen. Lo sé es un sacrilegio, pero es que nunca encuentro el momento para los clásicos porque creo que no van a encajar conmigo para nada.
    Me alegra que otros como tú los disfruten y prometo leerlos algún día jajja

    Un besotee ♥

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    Respuestas
    1. Crecí con los clásico casi como única lectura, no puedo hacer otra cosa más que amarlos.
      Espero que te animes algún día a descubrirlos.

      Un abrazote.

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