«Los enanos» de Concha Alós



Una foto llama mi atención desde la sección de imágenes de Google; una mujer robusta, casi de perfil, con gafas de pasta y sonrisa franca me mira desde algún lugar de la década de los sesenta. Esa mujer es Concha Alós, una gran olvidada de las letras españolas a pesar de ser la única persona galardonada dos veces con el premio Planeta: en 1962 por Los enanos, al que tuvo que renunciar por problemas con los derechos de edición, y en 1964 por Las hogueras. Cabría esperar que ya solo por eso esta autora sería conocida, pero la triste realidad es que ni ella ni sus novelas, enmarcadas en el realismo social, tienen hoy el reconocimiento que merecen. Por suerte, algunas editoriales como La navaja suiza se han lanzado a reeditarla.

No es fácil leer Los enanos sin terminar arrastrados por la desolación y la desesperanza que encharcan tanto sus páginas como las habitaciones y pasillos de la pensión Eloísa, una pensión de poca monta en el que el pan de cada día es la miseria en la que viven sus habitantes; el desdén que sienten hacia la vida; las penurias, los rencores y los sinsabores; los llantos, las malas palabras y los sálvese quién pueda. En este lugar comparten cuartos, baño y cocina huéspedes y realquilados; ninguno de ellos se libra de ser un olvidado: la propia Eloísa, tacaña y mal hablada, con su marido, que lleva las cuentas, su hija y un hijo pequeño al que calma a base de comida de los huéspedes y vino peleón; Mohatá, un boxeador que acaba siempre contra la lona; la señora Cleo, una antigua bailarina de variedades casada con el sefardí Alfredo y que huyen de Tánger temiendo por su vida y acaban recalando en una Barcelona gris; Tomás, el albañil sin sueños; Sabrina, una planchadora que se prostituye porque cree saber demasiado de la vida; el joven Anselmo, estudiante de filosofía, que declama a los clásicos en el comedor rodeado de comida que se pudre y ruidos de ratas; y María, una cuidadora que es incapaz de cuidarse a ella misma y que está tan rota por los recuerdos y el arrepentimiento que ya no sabe vivir. Además, un sinfín de personajes que entran y salen de aquel lugar sin dejar ni siquiera constancia de su paso. 


Es María la voz que nos narra desde las páginas de su diario, un cuaderno con estampado de «camuflaje» que le recuerda qué hace en Barcelona, cómo es la vida en ese lugar podrido en el que vive: «me he escapado de mi vida. Soy una figura pálida que no tiene futuro ni presente, solo pasado. Es lo que me une a estas gentes que viven en la pensión: ninguno vivimos en el presente. Todos vivimos un pasado. Somos ratas que no puede escapar de la negra cloaca para ver la luz». Y es que María huye de su ciudad renegando de unas convicciones sociales y unas creencias heredadas que la ahogaban para después descubrir que las tiene tan grabadas a fuego que acaba siendo presa de aquello de lo que huía porque como ella misma nos dice: «el enemigo está dentro de ti y te acecha, forma parte de tu ser y no es fácil escapar de uno mismo». Y es que en la pensión Eloísa hasta las ratas viven con más libertad que quienes la habitan.


Concha Alós narra en Los enanos, de una manera clara y casi cruel, las penurias de los inquilinos de aquella lúgubre pensión de Barcelona —en la que a veces crees escuchar ecos del asfixiante piso de la calle Aribau en el que la Andrea de Carmen Laforet languidecía entre las páginas de su novela Nada— en los años cincuenta, oscura y agobiante, en la que la mismísima Eloísa nos dice que «los comienzos habían sido malos, largos, duros (…) », y que se refleja en cada pasaje de la novela tan fielmente que sientes en tu propia piel la angustia de aquellos pobres infelices que merodean por sus páginas intentando desasirse de la realidad que los noquea y una vida que saben dolorosa, angustiosa, y vislumbrando un futuro que no les promete nada mejor. 

Comentarios

  1. Es lo que te comentaba en Instagram. No quise leer los enanos hasta que no terminará Nada... La sensación ha sido de continuidad. Pero prefiero la prosa de Concha Años, cuando lea el próximo libro.. te cuento

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  2. Hola enhorabuena por la reseña, no sé si en este momento sea el adecuado para mi, demasiado intenso creo. Pero puede ser interesante chao

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